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Sacate del medio (es posible que estés bloqueando tu propio camino).

¿Pensaste cuántas veces tus creencias te separan de lo que querés? ¿Cuántas veces lo que pensás te aleja de tus deseos, sólo porque te imaginás que no es posible lograrlo? Algunas veces quizá sea cierto, pero muchas otras (muchas, te aseguro) es tan sólo una creencia, que habitualmente ni siquiera es conciente. 

El año pasado la vida me hizo tía por primera vez. Con mi hermana Silvina, mamá de Francesco, tenemos un comentario gracioso que nos hacemos mutuamente cada vez que lo vemos intentar, temerariamente, algo nuevo: "qué difícil ser bebé". 🤣

¿Escuchaste esa frase que dice "no sabía que no podía, entonces igual lo hizo... y lo logró"? Bueno, esto aplica perfecto a los bebés.

Fran empezó a caminar bastante pronto, a los 10 meses. La curiosidad fue un gran motor, claro, pero definitivamente a eso se sumó que como todavía no habla, aún no sabe que no puede.

El lenguaje es una de las cosas más maravillosas que tenemos. Es una habilidad de los humanos que, justamente, nos distingue de otros mamíferos. Sin embargo, las palabras vienen con significados, y los significados nos permiten formar opiniones, y las opiniones se transforman en creencias... y algunas de ellas nos limitan.

Esos pensamientos, esas cosas que creés, se meten en el medio entre vos y tus sueños.

El problema acá es que como automatizamos -casi- todo, la mayor parte de las veces esas creencias ni las vemos. Las naturalizamos. Están ahí y no les prestamos atención. Terminamos metiéndolas a todas en una creencia más grande: "soy así". Y listo. Deja de ser una opinión y se transforma en una realidad absoluta que jamás cuestionamos.

Fran es bebé y aún no habla. Sus creencias no lo limitan porque todavía no tiene opiniones de nada. Algunas cosas le dan miedo (el secador de pelo, por ejemplo), pero sólo por un rato.

No anticipa nada porque aún no procesa sus creencias. Es puro instinto, pura emoción, y va a seguir así por un tiempo más, hasta que empiece a manejar el lenguaje. Mientras tanto, lo seguiremos atajando cada vez que se tire de cabeza de la cama al piso o quiera bajar de a 5 los escalones. Pero esa ya es otra historia.

¿Qué quiero contarte con esto? Que muchas veces, lo que te limita, sos vos. Lo que pensás de lo que pasa, la opinión que tenés de algo con respecto a vos mismo. No es la situación en sí, es la historia que te hiciste en tu cabeza de lo que podría pasar. No es la realidad, es lo que creés, la explicación que te das.

Y hay más. Eso que pensás genera una reacción en cadena. Igual que Fran puede porque no se sabe que no puede, vos no podés porque pensás que no podés. 

Pensás algo. Eso crea emociones. Esas emociones crean acciones. Y esas acciones crean resultados.

Representado en un gráfico, sería así:

Hasta acá, todo re lindo, ¿no? Igual por ahí no se entiende todavía qué hacés con esto para sacarte del medio, que es de lo que estamos hablando acá.

Volvé a mirar el gráfico de arriba. Y da vuelta las flechas.

Sí, podés usar ese mismo proceso a la inversa para ir desde los resultados hasta lo que estás pensando, y así descubrir cuál es ese pensamiento que te frena, cuál es la creencia limitante que te condiciona.

 

Dicho de otro modo: si no lográs los resultados que esperás es porque no estás implementando las acciones que necesitás implementar, y eso es porque no te estás sintiendo de la forma en la que te tenés que sentir (no están alineadas tus emociones con tus deseos), y esto pasa por lo que pensás.

Eso que pensás a veces es algo puntual y pasajero. Pero la mayoría de las veces es algo que creés vehementemente. Es decir, es una creencia. Y si te juega en contra, en coaching decimos que es una "creencia limitante".  

¿Entendés ahora de dónde viene eso de que te saques de tu propio camino? Tus creencias son tuyas, lo que pensás es tuyo, está en tu cabeza.

A veces creemos las cosas porque forman parte de la cultura, y las aceptamos sin más. "Hay que ganarse el pan con el sudor de la frente", "no hay ganancia sin sacrificio", "si tenés más de 40 ya estás viejo para esto", "los hombres no lloran", "esto no es cosa de chicas". Uffff.

Otras veces, las creemos porque en algún momento tuvimos una opinión de nosotros mismos y después la naturalizamos, y ya la dejamos así. "Soy así", y chau.

Yo le decía a la profesora de gimnasia en el colegio, cada vez que me hacía correr el test de Cooper (ese test de carrera de 12 minutos, que jamás terminaba), "yo no fui diseñada para correr". No lo decía porque sí, de verdad lo creía.

El día que corrí 20 km, ya con más de 40 años, lloré de la emoción. Y yo que creía que jamás podría. 

¿Cuántas cosas no hacés porque creés que no podés? Sacate del medio. Revisá lo que estás pensando. Y resignificá esas creencias limitantes en una creencia habilitante.

Mirá mi ejemplo (leélo de atrás para adelante):

El resultado es que no corría. Acciones no había, porque no había nada. En mi época del colegio, las acciones eran poner excusas, pero ya de grande, nadie podía obligarme a nada. Si eventualmente en algún gimnasio alguien me sugería correr, le decía que no y fin. 

La emoción subyacente era frustración. Frustración ya como un estado de ánimo, como un sentir permanente. Porque como para mí yo era así, creía que no estaba diseñada para correr, entonces también pensaba que ya no había nada por hacer. Me frustraba no poder hacerlo, me daba algo de tristeza ver que otros podían y yo no, y creía que el destino no había sido bueno conmigo en eso.

Y claro, la creencia era que no estaba diseñada para correr. Después de tantos años de repetírmelo ya era parte de quien yo era, era casi como un mantra. Para mí era lo más normal del mundo decir que no podía correr, que no era lo mío.

"No estoy diseñada para correr" era mi creencia limitante.

La clave está en dar vuelta esa creencia limitante y, como dijimos antes, transformarla en una creencia habilitante.

Sí, lo que estás pensando. Cambié el "no estoy diseñada para correr" por "estoy diseñada para correr". A partir de ahí, completé el resto del proceso.

Y todo quedó así:

 

¿Estás listo para sacarte del medio?

Seguí estos pasos:

  1. Pensá en algo que querés y no podés. Ese es tu resultado. Ejemplo: "tener un trabajo que me encante, que me haga levantar feliz cada mañana, con el que gane suficiente dinero para mantener mi estilo de vida y ahorrar un poco".
  2. Andá para atrás. Bien atrás. ¿Qué creencia está detrás de eso? Siguiendo nuestro ejemplo, algunas de esas creencias podrían ser: "no voy a ganar suficiente dinero", "no se puede tener un trabajo que se disfrute de verdad", "un trabajo no te hace levantar feliz", "es imposible ahorrar en este país", "las cosas están difíciles como para empezar algo nuevo", "ya estoy demasiado grande", "lo voy a hacer cuando... [algo del futuro]".
  3. Y acá viene la parte divertida: una vez que hayas reconocido la creencia limitante, transformala en una habilitante. Vamos a tomar la primera del punto anterior como ejemplo. Entonces, a la creencia "no voy a ganar suficiente dinero" la vamos a reemplazar por "voy a ganar suficiente dinero para mantener mi estilo de vida".
  4. Esta nueva creencia se transforma en el primer paso de tu proceso. Ahora proyectate en esa nueva creencia, visualizalo, pasalo por tu cuerpo. ¿Cómo te hace sentir? ¿Cómo vas a sentirte cuando tengas ese trabajo que es para vos y estés ganando lo suficiente para mantener tu estilo de vida? Sentilo. Cuanto más vívido, mejor.
  5. Sigamos. ¿Qué acciones impulsan estas emociones? ¿Qué vas a hacer para sentirte así? Pensá en los pasos que vas a seguir. Este será tu plan de acción para llegar a tu meta.

¿Te das cuenta? Cambiando lo que pensás te sacás del medio a vos mismo y creás un plan de acción para lograr eso que soñás.

No te conformes a vivir una vida que no es para vos. Podés lograr lo que te propongas si desafiás tus creencias limitantes y te ponés en marcha. Puedo ayudarte con eso con alguno de mis programas.

Como digo siempre: la magia se concreta en la acción. Probalo. Fijate qué pasa. No sirve que tengas esta información y no hagas nada.

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